domingo, 10 de junio de 2012

La responsabilidad (o la falta de ella)

Recientemente se ha emitido este spot en los televisores españoles para promocionar la selección española en la Eurocopa 2012 y el patrocinio de Coca-Cola. Os sugiero que miremos el anuncio ahora, antes de empezar a desmenuzarlo:




El anuncio empieza mostrándonos a la España más desoladora, inmersa en la crisis, a través de noticias de distintos medios nacionales e internacionales. 
El punto de inflexión llega cuando un aficionado de “La Roja” decide romper en dos el periódico (que lleva por titular “Caída libre”, en referencia al panorama económico) y se dispone a animar a la selección española. ¿Qué importa que mi país esté al borde del rescate si puedo disfrutar del buen fútbol?




Sin embargo, Coca-Cola sigue adelante y lanza su mensaje: “juntos podemos”. En la segunda parte del spot, se nos muestra un seguido de ejemplos de situaciones en las que los españoles han logrado grandes cosas gracias a hacerlo de forma conjunta. Mensaje muy positivo, sin lugar a dudas.
Me pongo en al piel de un aficionado y, sí, seguramente Coca-Cola y la selección española habrán conseguido su misión con este anuncio. El mensaje es claro y los recursos audiovisuales utilizados funcionan para que sea un spot mucho más emocional que racional. Pero, ¿hasta qué punto están tergiversando la realidad? ¿Es éste un mensaje responsable, en estos momentos? Ignorar la realidad y dedicarse al ocio. ¿Es este anuncio una oda a la ignorancia? No en su totalidad, pero podría interpretarse como tal. 
Sabemos que la publicidad tiene un fin práctico: promocionar productos/servicios para conseguir que la empresa que los fabrica u ofrece aumente sus beneficios. Pero ¿no sería necesario contemplar esta actividad desde una perspectiva mucho más amplia? La publicidad, en su totalidad, tiene un impacto muy fuerte e influye en la concepción que los individuos tienen de la realidad.
Las grandes empresas y el panorama mediático deberían tener en cuenta esta influencia que ejercen y ser conscientes que los mensajes que lanzan de forma masiva serán adoptados por la población. Ellos deberían ser los primeros en dar ejemplo. Sin embargo, tal proposición parece totalmente utópica.
Los beneficios de uno mismo a veces resultan demasiado importantes como para pensar en las repercusiones de nuestras acciones. Este tipo de comportamiento no logrará educar a la sociedad hacia nada bueno. Sería un buen momento para replantearse el sistema y que los medios actuaran como un servicio que pretende informar y construir una sociedad mejor.  
Al final, todo se reduce a una cuestión de responsabilidad. Debemos pensar que vivimos inmersos en una sociedad donde habitan otros individuos que tienen nuestros mismos derechos y libertades. Nuestras acciones tienen consecuencias y, si nuestra profesión tiene un impacto directo sobre la sociedad, reflexionemos sobre lo qué decimos y cómo lo decimos. 

Capuchino.

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