lunes, 11 de junio de 2012

El rey de Madison Avenue

“Somos una nueva agencia que lucha para sobrevivir. Durante algún tiempo, ninguno de nosotros se librará de una carga de trabajo agotadora que no se verá económicamente compensada. Nuestro propósito estratégico es proporcionar una vida agradable a quienes trabajan con nosotros. El beneficio vendrá después. Nuestras contrataciones se centrarán en la juventud. Buscamos jóvenes audaces. No tengo trabajo ni para aduladores ni para mequetrefes. Quiero caballeros con cerebro.
Las agencias son tan grandes como merecen serlo. En la nuestra estamos arrancando con lo mínimo, pero la vamos a convertir en una gran agencia antes de 1960.”

(…)

Si contratan a personas inferiores a ustedes, nos convertiremos un una empresa de enanos. Si contratan a personas superiores a ustedes, nos convertiremos en una empresa de gigantes.”


David Ogilvy


La nueva entrada de esta semana, procedente del libro El rey de Madison Avenue de Kenneth Roman, se centran en la figura de David Ogilvy, considerado por muchos el inventor de la publicidad moderna.

Ogilvy sería  el ejemplo de caso atípico, un hombre que a la edad de 38 años, sin haberse graduado en la universidad y después de ejercer profesiones que iban desde granjero, espía, comercial o diplomático, se trasladaría a Estados Unidos y empezaría a trabajar en la agencia de publicidad Ogilvy & Mather, situada en el corazón del sector en Nueva York: Madison Avenue. Los inicios de la agencia serían complicados, esta partía de cero sin clientes y con solo dos personas en el equipo, a la vez que competía con otra agencias ya consolidadas que tenían presupuestos muy superiores.
Pero no importó, Ogilvy & Mather se basó en los principios de David, que aunque de personalidad algo excéntrica, siempre fue muy trabajador, perfeccionista y cien por cien dedicado a su profesión, olvidando incluso su vida privada . Precisamente y volviendo a la cita analizada, estas eran las directrices que marcaba a sus empleados, les instaba a entender que tocaban tiempos de trabajo duro y beneficios a largo plazo, pero que el trabajo se acabaría viendo recompensado. Otra característica de Ogilvy fue que quería gente joven para trabajar, no le preocupaba que quizás estuvieran mancados de experiencia puesto que igual estaban llenos de frescura y nuevas ideas que serían útiles a la larga. Tenía claro que era necesaria gente válida para tirar adelante su proyecto, y así lo hizo, elaborando campañas que tendrían repercusión mundial y convertirían su agencia en un punto de referencia a nivel mundial, cosa que aún perdura en la actualidad.

David es un modelo a seguir para cualquier publicitario o proyecto de ello. Él inventó algunas de las claves más relevantes de la publicidad moderna, cambió el sentido de ella y la volvió eficaz, estableciendo, por ejemplo, que no se podía catalogar al consumidor de estúpido, había que respetarlo como si de tu mujer se tratara. De formación autodidacta, Ogilvy revolucionó el sector publicitario gracias a su esfuerzo y experiencias eclécticas que había acomulado a lo largo de su vida. La suma de todo ello dio como resultado algunas de las campañas más brillantes de la historia, referentes en el mundo de la publicidad.

Si os interesa saber más sobre David Ogilvy os recomiendo este vídeo, discurso que realizó en los últimos años de su vida en los que planteba parámetros publicitarios que hoy en día aún siguen totalmente vigentes. Muy interesante.

Café Mocca.

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